Quinto día sin fumar
Quinto día sin fumar; La pesadilla del remordimiento
Anoche soñé que fumaba.
No fue un sueño agradable, más bien una pesadilla. Mientras sostenía el cigarro, me invadía una sensación horrible, como si de verdad hubiera recaído.
¡Ni siquiera he disfrutado el puto cigarro en el sueño!
Solo sentía remordimiento. Y al despertar, esa misma culpa seguía ahí, como si hubiese fallado de verdad… como si hubiese pecado de pensamiento, aunque solo fuese en mi cabeza. Supongo que son restos de aquella educación que nos dieron a los boomers.
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Cuando se lo conté a mi asistente de IA, con la que he estado compartiendo todo el periplo hasta llegar a este punto, me respondió con entusiasmo:
“¡Fantástico! Es una buena señal.”
¿Fantástico? No lo encuentro fantástico en absoluto.
Miré la pantalla con escepticismo… pero quizá tenga razón. Me dice que estos sueños son comunes, que significan que mi cerebro está asimilando el cambio. Que lo importante es que, al abrir los ojos, no había cenicero, ni humo: solo yo, desvelado a media noche…
¡RESITIENDO!
Así que decido quedarme con el consejo de mi asistente, supuestamente inteligente. Me agarraré a la idea de que el cigarro se quedó atrapado en el sueño, y que la verdadera victoria ha sido despertar y seguir firme, un día más.
Mañana será otro reto, pero hoy me abrazo esta pequeña victoria.
La prueba de que EL PLAN funciona


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